jueves, diciembre 08, 2005

¿CUANTO DURA EL AMOR?


No el eterno, que sabemos tiene una vida contada de seis meses (y todo lo que le sigue es ganancia). El amor, ese, el de las emociones, los besos, las caricias? El amor de los nerviecitos, de las sorpresas, de los descubrimientos, de los guiños de ojo? El amor de verano, digamos?

Ayer ví a mi Roommate Italiana. Ha cambiado tanto desde aquellos días compartiendo habitación -y cama- en Roma de mis amores. Esta terminando la universidad y regresando de un viaje por Europa donde ¡vaya caso! siempre aparecen los amores de verano. Y obvio, los amores, nuevos, veraniegos, pasajeros y los de siempre fueron el tema de conversación. Lo más curioso es que hay nombres que seguimos pronunciando: El Camarógrafo Italiano, Islerodemiura, El Marido Italiano, El Médico, El Artista Tapatío. Y también hay nuevos: El Extranjero, El Pibe Inesperado, El Músico...

Con dos copas de vino y una buena pasta como en los buenos tiempos, hicimos el recuento de los daños (como diría mi gurú la Señora Trevi), de los pasados y de los que están por venir. Al final, con toda la nostalgia que nos traen los viejos amores y todas las mariposas que los nuevos acarrean, caímos en la cuenta de esa absurda necesidad de volver a apostarnos, de intentarlo aunque en el fondo sepamos claramente que el asunto está perdido, de ser tan friamente pasionales que nos lanzamos de boca y sin meter las manos sólo si sabemos que el asunto tiene bien puesta la fecha de caducidad. ¿Será por eso que -aún con todas nuestras diferencias- recordamos esas coincidencias de corazón que hicieron que más que un cuarto, compartieramos vida?.

Las dos sabemos, aunque lo dejamos pasar como si nada, que nuestra próxima historia de amor estará hecha una vez más de encuentros fugaces y eternos, noches en vela, besos que resbalan entre las piernas, despedidas en una estación, citas para una próxima vez en próximas vidas.. y la certeza de que eso no sucederá. Bienvenga el riesgo.
la que escribe Bridget Jo :: 08:15 :: 5 Le entran al cuento:

Poniendole de su cosecha

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