ya son treinta y uno

miércoles, diciembre 07, 2005

NO MALO SINO DIFERENTE!

Uff! sí. Así fue mi dia. La serie de "desatinos" iniciaron con mi ojo lloroso mañanero. A las 11 el ardor era insoportable y (aunque usted no lo crea) en un acto de madurez absoluta, llamé al doctor. Con todo el pesar que me ocasionan esos menesteres acudí a la cita. Diez minutos después y $500 pesos menos, estaba fuera con la indicación de ponerme fomentos de "manzanilla". ¿Estamos todos locos?!!.

En fin, de ahí me pasé a una inmersión refrescante en el tráfico polanquero prefiestas navideñas mientras intentaba convencer a alguien de que me acompañara al evento de esa noche. Misión frustrada, no hubo apuntados. (Pero eso sí, no fuera la presentación de un famoso que los acompañantes me surgen por debajo de las piedras!). Con el ánimo por los suelos y los ojos de sapo más lindos de la noche logré sacar un chai latte con El Editor en el Starbucks de la Condesa. Otro viaje infernal para diez minutos de platicadita. De ahí, al via crucis de las farmacias por unas gotas que seguramente produce y distribuye sólo el doctor que me atendió. Para evitarme tantos trámites, las fueron a entregar a casa de El Pibe Inesperado. (lindo eso, no?).

Como si no fuera suficiente, tomé aire e hice una nueva inmersión en el trafico polanquero para el evento de la noche, otros diez minutos de sonrisas cordiales y emprendí la graciosa huída. Cuando todo parecía que había terminado, suena el teléfono. Islerodemiura que llama. Era su respuesta al mail del dia anterior. (Creo que olvidé contarlo pero le anunciaba oficialmente de mi noviazgo de corta duración).
Llantos, gritos, reclamos, ironías y quién más tenga que más ponga. El cuento es predecible: ahora sabe que soy la mujer de su vida y me quiere a su lado. Salud, compadre! pensé. Debo confesar que lo más sorprendente fue el final. "Te voy a esperar" dijo. Y eso, conociendo el ardor y desenfreno de los buenos toros de Miura, me resulta desconcertante. Estamos en el último tercio, demostrando la maestría en la faena... el toro parece quebrantado y yo parada de frente, la pierna flexionada, el pie en punta con un ligero temblor, en la mano izquierda la muleta, en la derecha la espada preparada para la estocada final. Siempre he dicho, que para matar uno no entrena.

En fin, ya con el día y el animo hecho pedazos, me encontré con El Pibe Inesperado. Contrario a lo que pensaba, creo que me alivia haber pasado con él una mala noche. Nadie cree que el amor envasado viene sobre hojuelas ¿no?

la que escribe Bridget Jo :: 11:49 :: 3 Le entran al cuento:

Poniendole de su cosecha

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