ya son treinta y uno

lunes, enero 16, 2006

LAS COSAS PASAN POR ALGO

Y hoy tengo en la cabeza cien mil cosas que se agolpan todas juntas sin poder tomar la punta de la madeja para siquiera hacer el recuento.
No sé como ni cuando (muy al estilo Benedetti) pensé en pararme a la puerta de Islerodemiura. Sólo sé que de pronto estaba ahí, tocando el timbre y esperando que me dejara entrar. Lo hizo. Después de la primera media hora de rigor, en la que (como siempre) empieza a 'reportearme', a preguntarme, a mirarme fijo para saber a dónde quiero llegar.. después de esa media hora, lo miré a los ojos...
Diablos! pensé.
De pronto, en un segundo me dí cuenta. Estaba yo ahí, sentada en el colchón, frente al televisor y a tres centímetros de la nariz de alguien que no era Islerodemiura. El me miró e hizo esa mueca nueva, desconocida. Nunca antes vista. Entonces llegó la sensación. Un frio que me recorrió el cuerpo y se detuvo en el estómago haciéndolo chiquito, chiquito. Empezó a doler profundo, un poco más arriba, a la izquierda.
"Si te beso, no estaría pensando en tí" dijo.
Pum! pensé que me iba a desmayar. Y no porque no me lo esperara, porque no fuera posible o porque no hubiera sucedido. Si no porque ésta vez era distinto. Tenía otra mirada, triste -me confesó-, traicionado -atinó a decir entre dientes-.
"Siempre apareces en el momento justo" dijo.
"Las cosas pasan por algo" contesté.
En ese momento, La Editora Cool salió de nuevo a flote, le ayudó, le consoló, hasta le aconsejó. Mientras él hablaba de un dolor profundo, del desamor que lo tiene en las cuerdas, yo lo miraba con las palabras anudadas en el cogote. El cuarto parecía que daba vueltas. Cinco y un poco más de años se me vinieron encima. Me cayeron de golpe. Después de dos horas, la Editora Cool se guardó en la bolsa a la Treintañera Vulnerable y se dirigieron a la puerta. Me besó en la frente. No sé cómo demonios logré mantenerme sonriente, congelada. Caminé con garbo, entaconada y divina, y me subí al auto. Sólo entonces rodaron las lágrimas. Dos. Enormes. Dolorosas. De pérdida.
¡Cuánta arrogancia! Después de cinco y más años de ir y venir, de llorar y reír, de terminar, jurar y volver no esperaba la sopresa de que detrás de la puerta ya no estuviera Islerodemiura.

la que escribe Bridget Jo :: 00:21 :: 6 Le entran al cuento:

Poniendole de su cosecha

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