ya son treinta y uno

viernes, febrero 03, 2006

BESO! BESO!

Cuando estaba por terminar la tarde con La Mejor Amiga con la resignación del plantón, aparecio El Chico PR. El mensaje era simple: Festejo de cumple 9 pm Papa Bill's Polanco. Y ahí voy, arreglo veloz, casual, trendy y chic. Pelo recogido como quién no quiere la cosa y riguosos tacones que imponen desde la entrada. Por supuesto, en esto de la táctica de la guerra y la guerrilla, hice tiempo en compañía de La Niña Web y La Chica PR que no cesaron en los consejos para salir triunfadora de La Cita.

En fin, una hora y media tarde me presenté en el lugar. Y ahí estaba El Chico PR en compañía de todos sus buenos cuates en versión yuppie, high class, todos hombres, casados, emparejados, algunas de las respectivas y hasta El Fotógrafo de Cine desempacadito de Barcelona. ¿Así o más obvio que yo era el prospecto? Ja.
Pasaron las horas y los tequilas y no pude evitar los besos, por más que en mi cabeza aparecía la imagen de La Niña Web, con el manual en mano y diciéndome que estaba echando por tierra todas las reglas de una perfecta cabrona. Todavía intenté recuperar la cabeza cuando el susodicho me acompañó a casa. Según el manualete ese, lo correcto era darle un beso de despedida en la reja de la entrada y saludarlo moviéndo la mano en el aire mientras se iba. Pero, obvio (diría Mia), eso no pasó. El Chico PR aplicó la táctica de secundaria de pedirme que lo dejara entrar al baño... a las 3AM! Y yo, cual adolescente caí en el jueguito diciéndole: "bueno, pero rápido porque ya es tarde". Ja.
¡A la chingada! me dije. Si el niño me gusta y al niño le gusto ¿sirve tanta táctica de guerra? Yo sigo convencida que cuando el sujeto en cuestión va a ser para tí, lo será así el beso venga en la primera cita o después de tres meses de ligoneo. Y si el susodicho pretende que el beso venga después de tres meses para 'tomarme en serio', entonces es un pendejo que no quiero considerar en mi lista.
Luego de tanta sabia reflexión, el empiernamiento sucedió y ¡pamplinas! fue de cinco estrellas (y eso que yo siempre he dicho que la primera es la peor). Cuando esperaba que el susodicho emprendiera la graciosa huída (muy al estilo del El Extranjero), pues nada. Se hizo un buen lugar bajo el edredón, me acurrucó a su lado, enredó las piernas y los brazos y quedamos dormidos.
El despertador empezó a sonar a las seis de la mañana. Y entre empiernamientos, cariñitos varios y besos nos dieron más de las nueve. No quedó más que salir corriendo, él con el traje de anoche más arrugado que un acordeón y yo recién bañada y con la boca hinchada como puberta recién despegada del novio tras la pinta en el Ajusco.

la que escribe Bridget Jo :: 10:26 :: 5 Le entran al cuento:

Poniendole de su cosecha

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