ya son treinta y uno

domingo, febrero 26, 2006

MONTAÑA RUSA

Así ha sido este fin de semana. Lleno, repleto de altibajos.
-DESPEGUE-
El viernes de telenovela en familia y terapia nos inauguró bien el fin de semana. Visto el asunto ese de que el El Chico PR y yo acordamos estar uno a uno en los enredos de piernas, salió a relucir en la sesión con Mi Gurú el 'compromiso' como tema central. Esa palabra a la que tanto miedo le tengo y que parece que en el fondo no está destinada al fracaso.
-ARRIBA-
Curiosamente, ha sido más simple de lo que pensaba. Ni siquiera he tenido que ponerme a apagar velitas, parece que el viento se ha hecho cargo de consumirlas. Total, digo yo, si ésto no camina será cuestión de quedarse un rato a oscuras.
-ABAJO-
El sábado no me entregaron a la Princesa Yaris y sin ella yo sigo, con un pie encadenado al suelo.
-ARRIBA-
Por la noche nos apuntamos al cumple de La Niña Natalia en el Hard Rock. La Mejor Amiga y yo en primera fila y cuál sería mi sorpresa que hasta el Chico PR regresó de tierras regias y se sumó a la iniciativa.
-ABAJO-
Pero ahí estuvo el desastre. La cita era a las 9.30 y por una o por otra cosa la aparición del Chico PR se dio por ahí de la 1 am. Un verdadero caos en mi cabeza y horas de una desagradable sensación en el estómago. Se parecía tanto a esas noches esperando a Islerodemiura. Y aunque sé que no debería suceder, me entró un miedo incontrolable y una rabia feroz. No otra vez, me dije. No me volverá a pasar. No quiero oir el tictac del reloj esperando a uno que no llegará. Mi primer impulso fue huir, aplicar mi bien entrenado Runaway Bride, tomar un taxi, apagar el teléfono, borrar los registros, terminar una historia sin darle siquiera tiempo de comenzar. Sin embargo, creo que la libré de la mejor manera.
-ARRIBA-
Respiré profundo, escuché la explicación y aunque no dejé de comentar mi desagrado, me di la oportunidad de quedarme antes de escapar. Supongo que para eso sirve la terapia. Horas más tarde, El Chico PR y yo seguíamos la fiesta. Esta vez en el Pink. Tragos, dancin' y muchos encuentros de su parte. Amigos viejos, nuevos, reencuentros y hasta un amor platónico por ahí. Me di un buen chapuzón de su mundo y hasta estuve a punto de ahogarme en un incidente de paso:
-ABAJO-
Con dos copitas de más el susodicho se instaló en la típica plática de borracho con el clásico amigo de la infancia. Y eso no es problema, si no fuera por que durante casi una hora yo me picaba los ojos sentada detrás. En otro momento, admitámoslo, hubiera sido causa de divorcio sin siquiera matrimonio. ja. Otros dos segundos para que por mi cabeza cruzaran cientos de sentimientos encontrados. Ironizando, reclamé. Ironizando, justificó. Eso sí, confieso, nunca se me ocurrió entretenerme en la plática 'de chicas' con sus amigas. Un detallito que hubiera cambiado el curso de las cosas.
-ARRIBA-
Una vez en casa la noche volvió a ponerse esplendorosa. Los besos y los abrazos se pusieron donde deben de estar. Y por la mañana, a diferencia de esa incomodidad en la que no sabes dónde meter al compañero de cama, la plática fluyó sin cesar. De la política a la guerra, de los amigos en amores a los amores de pantalla, de la posibilidad de un concierto a un viaje de fin de semana... Si ese es, digo yo, el sentido de meterse a la cama con alguien: no querer (o tener que) salir corriendo a los dos minutos del último gemido.
-ATERRRIZAJE-
En fin, el fin se terminó con el tradicional desayuno de medio dia con las amigas haciendo el recuento de los daños. Y con la certeza de que me la paso bien al lado del Chico PR pero aclaro, no habrá otras dos disculpas en una sola noche.

la que escribe Bridget Jo :: 15:49 :: 7 Le entran al cuento:

Poniendole de su cosecha

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