ya son treinta y uno

lunes, marzo 20, 2006

DISTRITO DE MI SOLEDAD

'Ora si que no la dejamos meterse a la cama. La tristeza se despertó conmigo desde temprano, me acompañó por ahí al desayuno dominguero con La Diseñadora con quien por cierto replanteamos lo del depa, encontramos uno bueno y que representará un gran ahorro. Habrá que esperar a mañana para saber las condiciones precisas para obtenerlo.

En fin, de ahí y sin el más mínimo ánimo nos fuimos a la Gran Comida Matriarcal de La Abuela. Ahí estaban todos -o casi todos-: los primos grandes, los chicos,los tíos que siguen confundiendome después de 31 años de verme en grandes eventos, los más queridos, los hermanos, las familias enteras con un ejército de niños que gritan a su alrededor y, por supuesto, grande como siempre La Abuela. Esa que es la única que me motivó a asistir. Y así, escondiendo la tristeza en la bolsa, me entretuve en pláticas que me interesan poco, historias que ni me van ni me vienen y una que otra conversación interesante.
La mejor fue la que tuve con el Sobrino Grande que, sin darse cuenta, sigue siendo tan pequeño y con tantas dudas. Y a pesar de todo, me mira igual que hace más de diez años cuando lo atrapaba a besos, me mira como si yo lo supiera todo, como si las respuestas a sus inquietudes adolescentes las trajera todas guardadas bajo la manga y se las fuera dando poco a poco, en su versión más light. Me gusta abrazarlo, mirarlo, enseñarlo y escucharlo con toda esa fuerza de sus hormonas revueltas que le confunden las ideas. No sé si después de la larga conversación algo le quedó más claro, lo cierto es que abrimos una pequeña puerta más de nuestra relación intensa y conmovedora.

Ya tarde y con la más firme intención de empiernarme con la tristeza hasta altas horas de la mañana de mañana, recibí la noticia de una entrevista tempranera a los chiquillos rockeros y alternativos (¡supiera yo tanto de música!). Dije que sí con desgano, pero con la esperanza de seguir manteniendo a raya a mi compañera abatida.

Justo antes de meterme a la cama, escuché en la radio a Mis Niños Gurús de la Estación Número Cinco. Una de esas canciones que habla de una ciudad pasada y otra convertida en la sede de nuevas aventuras y desventuras.
Entonces pensé en mi pueblo europeo aquel, extrañé como no había pasado hace mucho a la Ciudad que dejé lejos años atrás, sentí viva la nostalgia de aquellos terruños en los que nos entendiamos en lenguas distintas, recordé cómo olvidé el idioma, las tortillas y las reuniones familiares. Estaba sola conquistando el mundo. Lo hice y regresé.
Y así, aquí (como dicen mis gurús poperos) sin saber en que momento, decidí que "ésta es mi Ciudad, Roma ya se quedó atrás, parece que el tiempo pasa lento y mi otra vida quedó lejos.. Y si éste es mi destino: morir en este lugar, sólo necesito una cosa más.. y es saber que te quedarás.. Si ésta es mi Ciudad, cuna de mis sueños... Si ésta es mi ciudad, Distrito de mi soledad."

la que escribe Bridget Jo :: 00:13 :: 4 Le entran al cuento:

Poniendole de su cosecha

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