ya son treinta y uno

martes, marzo 21, 2006

¿LO HAGO? ¿NO LO HAGO?

La intención era tomar un café mañanero con El Editor aún en dia de asueto, pero el servicio de nuestros amigos de Starbucks entró en colapso. No dejé de repetirme mientras saliamos sin café en la mano, ¿qué demonios hacían todos esos ejecutivos con laptop, señores leyendo el periódico y chavitos fingiendo estudiar, cuando no había Starbucks? ¿dónde pasaban sus mañanas, dónde abrían sus computadoras? bu. yo no lo sé.

En fin, de ahí le siguió la entrevista en Coyoacán (recuérdenme escribir un post confesando las mil razones por las cuales no soporto ese sitio) con Los Rockeritos de más Abajo. Me gustaron, me cayeron bien y (no sé si esto sea un halago) me gustó su música. ja. basta decir que ya los traigo en el auto a buen volúmen.
De ahí, comida y shoppin' ligerito con La Señora Susanita, La Jefa y La Tia Yusi Mayut. No cabe duda, la tristeza tuvo a bien esconderse en la bolsa, justo ahí, apenas atrás de las dos nuevas t-shirts y el cinturón que tanta falta nos hacía.

Pensé que mi aburridísimo puente iba a terminar por morir escondido bajo el edredón cuando me llevé dos buenas sorpresas cibernéticas.
Primero apareció El Chico PR. Dio señales de vida desde los paisajes nevados del país vecino. Pocos mensajes pero concisos, al parecer apresurados por la carga laboral. Y entonces sucedió. Apenas cerramos las ventanas varias que nos comunican, empecé a escribir. Un mail. Un cuento. Una misiva. Hace mucho que no me pasaba, que no dedicaba letras con significado. Me quedé con el dedito temblando sobre el botoncito 'send'.

La segunda sopresa me la dio El jóven de los Caballos en nuestro primer encuentro cibernético. Horas y horas de pasar de un tema a otro, de teclear a gusto de política, departamentos, toros, caballos y revistas. Ya nos encontraremos cuando vuelva de su viaje por tierras chilenas.

Y ya cuando estaba a punto de ponerme la pijama, apareció otra vez El Editor solicitando compañía para ir al cine. Nos reímos mucho de mi actitud 'escort cinematográfica': llegué, recogí mi boleto, entramos al cine, disfrutamos a Nicolas Cage y esa cosa del clima con unos cuantos comentarios en voz baja, salimos y nos despedimos. Eso sí, no contaba con pasarme 47 minutos (!) buscando a La Princesa Yaris en el estacionamiento. Por fortuna, ante mi cara de desconcierto, llegó un bonito señor policía que me explicó que en el piso de arriba hay otro estacionamiento idéntico en el que seguramente estaba 'mi niña'. ¡Joder! ¿a quién demonios se le ocurrió hacer dos pisos exactamente iguales, con la misma señalización y colores? ¿Estamos todos locos?

Al regresar a casa, mi niña Mac seguía encendida. Con el mail en la pantalla esperando a ser enviado al Chico PR. La duda me asaltó. Toda la seguridad con la que escribí esas diez lineas, de corrido y sin grandes correcciones se desvaneció. Pensé en los riesgos de exponerme, pensé en historias como la de Islerodemiura que empezó con una inocente misiva y terminó jugando con el fuego de las letras. Me descubrí tratando de adivinar su reacción ante las letras, en el significado le dará a una nota que sólo intenta encontrar una nueva via de comunicación. Pensé tanto, que terminé por enojarme ante la duda. ¿Dónde demonios quedó la Jo impulsiva que quitá las manos en el amor hasta topar con pared? ¿será que hago bien en protegerme? Presioné el boton 'guardar como borrador', cerré los ojos y me quedé dormida.

la que escribe Bridget Jo :: 10:05 :: 6 Le entran al cuento:

Poniendole de su cosecha

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