ya son treinta y uno

miércoles, marzo 01, 2006

RE-ENCUENTROS CERCANOS DEL TERCER TIPO

¡Qué cosa que es la red! Hace que el pasado de repente nos caiga encima como un chapuzón de recuerdos.
Esta mañana, amanecí con dos extraños mensajes en Skype.
El primero decía, literalmente: "queremos preguntarle si la ciudad de Roma le recuerda algo, si Filiberto, Matilde, Mario y Lilly con su bar mexicano en Anguillara, si el restaurante "antica fontana di Trevi" en Roma le recuerdan algo. Hoy por la tarde hay alguien que quiere saludarla en este lugar. Si la intuición es correcta, conteste".
¿Intuición? pensé. Pero si se trataba de mi misma, de pedacitos de mi historia al lado de un lago, de recuerdos guardados en algún lugar que salieron a presión, del giro brutal que dio mi vida el dia que decidí no subir a un yate. Sí, hablaban de esa chiquilla que apenas pasaba los veinte, viviendose Europa como si en ello se le fuera el último respiro. Por supuesto que la intuición era correcta. Esa de la que hablaban era yo, ese que me buscaba era aquel Italiano de los Ojos Grandes.

En el segundo mensaje también había alguien que buscaba a 'la extranjera' de unos años después. Me preguntaba si yo era aquella de las clases de portugués tomadas en la Embajada de Brasil frente a Piazza Navona. Del otro lado de la pantalla estaba aquel Compañero del BossaNova. Cierto que era yo. La misma, pero en otra época. Yo había sido aquella un dia decidió aprenderse todas las culturas para sentir que el mundo le cabía en el puño antes de llegar a los treinta. Bastó abrir el mail para encontrarse con un tercer mensaje. Éste venía de más cerca, casi de la vuelta de la esquina pero no por eso con un pasado menos pesado. Era otra vez Islerodemiura hablando de cuadros, libros y Paloma Negra.
De repente recordé a toda esa gente que un dia se cruzó en mi camino, a esa que hizo que me desviara o que regresara a la senda correcta (aún no sé de cierto cuál es cuál), me di cuenta de la capacidad de mi cabeza de ir acumulando recuerdos, ordenándolos en cajoncitos del archivo muerto de mi memoria para recuperarlos el dia menos pensado.
Confirmo, no me arrepiento de ninguno de esos encuentros y desencuentros, de esta vida de treinta y un años vivida en treinta y un siglos de amores y desamores, no me arrepiento siquiera de no haber subido a ese yate anclado en un puerto de Napolés porque de haber pisado cubierta seguro hoy no sería ésta que soy.

la que escribe Bridget Jo :: 22:13 :: 4 Le entran al cuento:

Poniendole de su cosecha

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