ya son treinta y uno

martes, julio 11, 2006

SUEÑOS GUAJIROS Y BENEDETTI

En un dia de cierre y antes de correr a dar la bienvenida a la Señora Susanita que llegó de tierras españolas, encontré a El Niño Azul, sonriente como siempre y con un mechón que le cubre los ojos. Casi sin querer empezó la plática.

Hablamos de esto sin importancia, de aquello sin trascendencia, reíamos cada vez más, él con esa sonrisa abierta y llena de chistes malos que le hacen chiquitos los ojos, yo con estas carcajadas ruidosas que no regulan el volúmen.

Y así, como quién no quiere la cosa, terminamos hablando del amor. Del Amor con mayúsculas y en abstracto. Del suyo, para allá. Del mío, sin destinatario. Lo escuché atenta mientras gesticulaba, atropellando las palabras y con un ligero desencanto. Se le ve en los ojos. Y yo por más que distraje la mirada, lo sentí profundamente como sabiendo lo que vendría aunque yo no quisiera. Y llegó: una de esas historias de siempre, donde el amor no basta por sí solo, donde la confusión abunda y las obligaciones aprietan. una de esas historias que se repiten aquí, en los que se sientan junto a mí, en los de la familia.

Carajo -pensé- ¿es que siempre es así? donde unos presionan, castran, limitan y otros padecen, engañan, escapan. ¿Ese son, de verdad, las relaciones adultas?

Al despedirme, bajo la lluvia, me quedé pensando en el Amor que hace tanto no me topo de frente. Ese de Benedetti que tanto me gustó desde chiquilla. Ese que me compré con el "si te quiero es porque sos / mi amor, mi cómplice y todo / y en la calle codo a codo / somos mucho más que dos". Ese que, pasados los años, volteo y miro y no encuentro. Ese de la táctica que es "ser franco y saber que sos franca / y que no nos vendamos simulacros / para que entre los dos / no haya telón ni abismos". Ese de la estrategia de un dia cualquiera que "no se cómo / ni con qué pretexto / por fin me necesites".

Al entrar a casa y escuchar el profundo silencio acuático de Manolo, lo supe. Ni siquiera encendí la luz. Mientras me metía a la cama, acomodándome en el centro pensé: Me niego. Si ese es el amor que me toca, no lo quiero. No tengo prisa. Ni de correr detrás de la rueda de la fortuna amorosa, ni de dormir acompañada. Si debo exigir para obtener, manipular para ganar, lo rehuso. Me quedo como estoy.

Y entiéndase que no es resignación a la madre teresa, ¡no!. Estoy convencida que por ahí anda, por ahí queda alguno -uno quizá- dispuesto a entregarse sin perderse, a hablar de amor eterno sólo para la mañana siguiente, decidido a quedarse en mi vida aunque no tenga cepillo de dientes en el baño, al que le llevo el café, de mañana y desnuda, aunque no sepamos en qué cama despertamos, uno de esos que tiene sus noches sin mí, que me da espacio y a su vez respira, que carga las llaves de mi casa pero toca la puerta al llegar, que no confunde compromiso con obligación, ni promesas con anillos.

Porque estoy segura que existe y que me dirá, como hace muchos años un día, eso de "compañera, usted sabe / que puede contar conmigo / no hasta dos ni hasta diez / sino contar conmigo".

la que escribe Bridget Jo :: 00:40 :: 12 Le entran al cuento:

Poniendole de su cosecha

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