ya son treinta y uno

domingo, junio 04, 2006

CÓMO HEMOS CAMBIADO

El viernes pintaba para morirse del aburrimiento. Pero de último momento, dos tres cositas le cambiaron el semblante.

Primero la llamada de El Extranjero. ¡Qué cosa! Sonó el teléfono y apareció su nombre (ya casi olvidado) en pantalla. El pretexto fue uno cualquiera y yo, al oirlo, no puedo evitar sentir un hueco en el estómago. Esa risa irónica que imagino perfecto con el labio de lado, esa forma de llamarme 'tentación' que no se si halaga u ofende, las insinuaciones vagas y el desencanto de no terminar haciendo una cita 'por nuestro propio bien' digamos. ¡Le gusta a mis hormonas, carajo, y yo ¿qué hago con eso?!

El ritmo del dia se rompió con una salidita a Polanco con La Niña del Web para comprobar los buenos resultados del régimen hormonal. Y sí. Todo salió de maravilla. Antes de eso, pasamos a recoger los boletos del Chico PR para que en unos días termine sentadito en un estadio alemán, desgañitándose en porras para la HH Selección. Mientras caminaba con los boletos en mano (más bien guardaditos en la bolsa, por si las dudas) me sentí como sucedía con Islerodemiura: haciendo esos pequeños favores sólo por el gusto de complacer al otro. Upps! Confieso: no sé si me gusta la sensación.

De ahí le siguió una comida con La Escritora Judia Premiada y El Editor Adjunto. Fueron buenos desde los platos hasta la conversación llena de risas. Y aún sin quererlo, volvimos a la oficina por ahí de las cinco de la tarde. Y desde esa hora no hice más que navegar en la red, con la infinita flojera que me caracteriza los viernes y que me hace quedarme a las 9 de la noche en la redacción sólo por no tener el ánimo de mover los pies e irme a casa.

Fue ahí cuando me puse a la búsqueda. ¿De qué? Del pasado, de los protagonistas de entonces, de algunos que en su momento fueron importantes, de uno que otro que sigue presente. No lo sé bien. Pero tirando nombres al azar encontré a alguno. ¡Qué impresión! Los Niños Guapitos estaban ahí. Con muchos años más, con rasgos de esos rostros que recuerdo tan importantes en la preadolescencia, pero con otra cara, otro cuerpo y otro mundo. Ha pasado una vida para ellos y para mí. Para bien o para mal, no se parecen a la imagen de ese entonces. Qué ironía y ni siquiera yo sé si, después de 15 años, me parezco a lo que siempre quise ser.

la que escribe Bridget Jo :: 00:41 :: 4 Le entran al cuento:

Poniendole de su cosecha

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